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¿He convertido a mi hijo en un egoísta?

¿He convertido a mi hijo en un egoísta?

Tengo un hijo único de 11 años. Siempre ha sido, y es, un niño buenísimo. Muy educado con todo el mundo, con una responsabilidad enorme y con una sensibilidad extraordinaria. Pero de un tiempo a esta parte me estoy preguntando si he convertido a mi hijo en un egoísta.

¿Por qué lo digo? Desde hace dos años su padre y yo decidimos que era la hora de comenzar a darle una paga semanal de dos euros.

Una paga que se va guardando en su hucha y cuando quiere comprarse algún juego en especial pues tira de ella para hacerlo.

Pero, claro, si hay algo que yo no le he enseñado es a que si quiere unas chuches, debe coger dinero de su hucha. Esos dos euros son sagrados. Yo soy la que de vez en cuando, a parte de la paga semanal, le doy un eurillo para que se compre alguna golosina el fin de semana.

Hasta aquí todo normal ¿verdad? y seguro que más de una madre y un padre se está viendo reflejado en esta situación.

Pero, el otro día, nos pasó algo curioso que me hizo pensar que he convertido a mi hijo en un egoísta sin darme cuenta.

Lleva tiempo sin gastar nada de su asignación semanal y ha logrado ahorrar más de 60 euros. Hace unas semanas decidimos que para el Día del Padre le íbamos a regalar a papá una camiseta. Escogimos la web de La Tostadora porque tiene unos diseños muy originales y mi hijo eligió el modelo que le iba a regalar a su padre.

La camiseta llegó y cual fue mi sorpresa cuando al preguntarme cuanto había costado me respondió que eso era muy caro y que él no iba a poner nada… Estamos hablando de unos 30 euros divididos entre mamá e hijo. Yo me quedé un poco sorprendida pero no le di la mayor importancia.

Pero lo grave es lo que pasó hace una semana. Mi hijo vio  por Youtube el anuncio de un videojuego para PC. Según él el juego es la bomba y lo necesita en su vida… Rápidamente me dijo que se lo iba a comprar. Cuando vi el precio me quedé de piedra. Le dije: ¿pero el videojuego vale 60 euros?! Y él me respondió: ya lo sé pero lo tengo ahorrado. Ese dinero es mío y me lo gasto en lo que yo quiera…

Imagináos mi cara. La vena del cuello se me hinchó sobremanera. Me tuve que subir a la habitación y tranquilizarme. Cuando ya me relajé, bajé y le dije a mi hijo que no se iba a gastar ese dinero en un videojuego del cual se iba a cansar, como suele hacer siempre.

No le dije más nada. Tuve morros durante varios días pero me mantuve en mis trece.

He tenido la paciencia de esperar un tiempo prudencial y he vuelto a sacar el tema del regalo del Día del Padre. Antes de ayer le comenté que en unos días es la fecha señalada y que el regalo iba a ser de mi parte solamente puesto que él ha preferido guardarse el dinero para otras cosas.

Se quedó alucinado. Eso no se lo esperaba porque lo tengo acostumbrado a que mamá es la que paga todos los regalos.

Muy dignamente, mi hijo, cogió su hucha, y con la cabeza bien erguida me dio la parte del dinero del regalo. Me dolió en el alma cogerle aquellos 15 euros. Pero creo que le he dado una lección y yo también la he recibido.

A partir de ahora, si quiere unas chuches para el fin de semana, él tiene dos euros para gastar. Va a participar en regalos de cumpleaños y festividades especiales. Aunque me dé mucha pena, no quiero sentirme culpable más adelante porque he criado a un tirano y a un egoísta. Ahora puedo resolverlo de la mejor forma que sé, pero más adelante no.

Mis padres siempre me han dicho que un árbol hay que ir enderezándolo desde bien pequeño, porque una vez que se tuerce no hay forma de ponerlo recto. Una verdad como un templo de grande.

En esta ocasión no solo mi hijo ha aprendido una lección sino que yo me voy a aplicar también un castigo. El de no ceder aunque me dé mucha lástima.

Hoy, mi hijo orgulloso, le ha entregado el regalo a su padre. Ha comenzado a aprender no solo lo que cuesta comprarse lo que a uno le gusta sino el valor de los regalos que te hacen.  El camino es largo pero este es un buen comienzo…

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